A lo largo de esta obra he ido tomando conciencia de que la verdadera función de la arquitectura no es tanto protegernos de las inclemencias físicas, que también, como salvaguardarnos de la intemperie cultural y moral que constantemente nos acecha.
También que lo que de verdad sustenta la buena arquitectura son los principios sociales, éticos o constructivos, no los estilos. Los estilos uniformizan y acaban por esclavizar, ya que cada uno deberíamos tener nuestro propio estilo. También a lo largo de esta obra, he luchado constantemente contra ese fortísimo ego que los arquitectos arrastramos y que nos induce a reafirmar constantemente nuestra presencia, poniendo la obra al servicio de este personal divismo en lugar de compartirla con los demás.
He intentado que fuera la obra y no el autor, que fuera la propia funcionalidad y la belleza de la obra y no la autoestima del autor, los verdaderos protagonistas. El resultado es una arquitectura escueta, sobria, silenciosa, al margen de estilos y de modas, que busca configurar unos espacios para ser disfrutados y no consumidos, que cada mañana se enciende con la luz natural y cada atardecer se apaga con las sombras… Entonces las nuevas lámparas, las nuevas galerías, los nuevos miradores y los nuevos lucernarios, todos ellos de vidrio, con los que se enriquecieron las tipologías arquitectónicas preexistentes, se encienden con la luz artificial y se comportan como auténticas lámparas que atraen y reúnen a su alrededor a personas y a todo tipo de aves e insectos, convirtiendo a los unos y a los otros en encantadas volvoretas.
Throughout the course of this work I have gradually become aware that the true purpose of architecture is not only to protect us from adverse physical circumstances but also to safeguard us from cultural and moral elements that constantly threaten us. Furthermore, what truly sustain good architecture are social, ethical and constructive principles, not styles. Styles become standardised and eventually enslave us; each of us should have our own style.
Throughout the course of this project, too, I constantly battled this very strong ego that we architects carry along with us and that constantly leads us to reassert our presence, working for our egos rather than the results that we are supposed to share. I tried to ensure that the true protagonist was the design rather than the creator; the actual functionality and beauty of the design rather than the creator’s ego.
The result is an architecture that is brief, sober and silent, removed from styles and fashions. It seeks to create spaces to be enjoyed and not consumed. Every morning it is illuminated with natural light, and every evening it darkens with the shadows... Then, the new lamps, new galleries, new vantage points and new skylights, all made of glass and meant to enrich the existing architectural features, are illuminated with artificial light that acts like a beacon, inviting people to gather around and attracting all kinds of birds and insects, transforming them all into enchanted Volvoretas .